por Fran Stella

Meditar sobre la Luna Llena es una hermosa oportunidad para hacernos preguntas. Pero el estado interno necesario para preguntarnos y para investigar sobre las cosas suele estar cubierto por fascinantes velos que encandilan: la imagen de la Luna Llena, rebosante de luz en la noche oscura, excita. Excita porque viene con imágenes concretas, como la de las brujas y el hombre lobo. Excita porque representa un momento de culminación y traducimos culminación por resolución. Excita porque las formas son fascinantes. Y la excitación tiende a buscar respuestas y a registrar sucesos, antes que habilitar preguntas y sentir procesos.

Toda Luna Llena es una oportunidad para deleitarnos con un fenómeno astronómico concreto: la oposición entre la Luna y el Sol hace que veamos en la oscuridad de la noche. En las penumbras que suelen desorientarnos (al menos hasta antes de la aparición de la electricidad), somos capaces de ver con claridad.

Desde la mirada astrológica, ese fenómeno astronómico es también imagen simbólica. La lunación como ciclo, es un contexto temporal, un movimiento constante que atraviesa sucesivas fases de crecimiento, culminación, mengua…

Meditar sobre la Luna Llena, entonces, antes que un suceso importante para encontrar respuestas, hacer rituales e intencionar, es sobre todo una oportunidad para preguntarnos y atender una relación que se mueve todo el tiempo: entre la Luna y el Sol.

Una relación entre aquello que está siempre disponible para la tierra, que la estabiliza en su eje y la protege de la radiación, y aquello que está disponible para todos los planetas convidando su energía en forma de luz y calor.

Primera pregunta posible, entonces, podría ser cómo rastrear esa diferencia entre lo que es para mí y lo que es para todxs dentro de cada quien. Lo que cierra para estabilizar y lo que convida y comparte. Luego podemos ser más específicxs ¿Qué preguntas es interesante hacernos con la luna llena en Tauro?

Vayamos de a poco: decir luna llena en tauro es lo mismo que decir sol en Escorpio. ¿Se entiende? Es nombrar la relación desde una sola de sus partes. Es decir que las semillas de estas preguntas serán los símbolos Sol-en-Escorpio y Luna-en-Tauro. Los símbolos, como las semillas, son potencialmente desplegables para cada quien en cada momento si nos vinculamos con ellos en el presente, haciendo contacto con lo que el símbolo revela vivo en nosotrxs en cada momento.

Probablemente muchxs de ustedes sepan de qué se tratan el Sol, la Luna, Tauro y Escorpio. Sabemos que es más tentador leer este texto para encontrar el alplax astrológico que calme eso que estás sintiendo. O el gesto lunar de darle forma apresuradamente a lo que está pasando. Pero hagamos al revés: te invitamos a que hagas contacto con lo que te produce lo que sea que estés atravesando y lo transformes en pregunta. Una pregunta que te empuje, te incomode y te abrace, todo al mismo tiempo. Tomate un tiempo antes de seguir leyendo 😉

Ahora sí, vamos nosotrxs: esta luna llena, como fase de un proceso y no como suceso, guarda dentro de sí la relación entre la vida y la muerte. Palabras grandes si las hay, preguntémonos por aquello que está vivo en nosotrxs y aquello que no. Vivo, vital, pulsante, encendido. Muerto, marchito, quieto, estancado. Probablemente sea interesante buscarlo en el cuerpo, con actitud curiosa, para enterarnos y descubrir. Para observar y ser testigos de aquello que nos puede sorprender y desviar del camino que venimos recorriendo. Si nos confirma, seguro que estuvimos fiacosxs en la búsqueda. Quizás ni siquiera haya que buscar, sino más bien dejar venir hacia nosotrxs aquello que solo puede venir en la luna llena: una información que hasta ahora estaba en lo profundo de lo no consciente y que ahora, los rayos del sol alcanzan cada vez más a medida que asciende hacia la superficie.

Es momento de vaciar la copa plateada del líquido dorado que juntó para que sea el fertilizante de la semilla que hayas encontrado. Como en la jardinería, es mínimo el papel que desempeñamos: las semillas, las plantas y el clima son un sistema suficientemente aceitado para funcionar solo. Acaso la luna llena sea también una oportunidad para recordar que con ser testigos y observadores quizás ya se haya puesto en marcha algo diferente: no es necesario contracturarse intencionando para resolver las cosas. Más bien, podemos dejarnos transformar por ellas, si nos animamos a soltar ese lugar que se resiste a salir de lo que alguna vez fue cómodo y quizás ya no lo sea. Si, y sólo si, nos permitimos la pregunta.